Sostenibilidad y redes: dos pilares para repensar la construcción
La actividad “Análisis de prolongación del ciclo de vida y aumento de la durabilidad en soluciones constructivas de hormigón” reunió en Montevideo a profesionales de toda América Latina y el Caribe en un espacio de formación, práctica y reflexión compartida. Fue la tercera etapa de un proceso formativo más amplio enmarcado en el programa Construcción Sostenible e Inclusiva de INTERCOONECTA, impulsado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Durante tres días intensivos —del 30 de junio al 2 de julio—, las y los participantes profundizaron en conceptos clave como durabilidad, vida útil y economía circular aplicados al hormigón, en una experiencia que combinó teoría y práctica con un marcado espíritu colaborativo.
Hormigón más duradero para un futuro sostenible
Reducir el impacto ambiental del sector de la construcción es un objetivo prioritario de los actores involucrados. En ese sentido, la actividad ofreció herramientas concretas para abordar uno de los puntos críticos: la corta vida útil de muchas soluciones constructivas tradicionales. A través del estudio de nuevos desarrollos en materiales base cemento y de técnicas de rehabilitación, se exploraron alternativas que permiten extender la durabilidad de las estructuras y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según explicó Ángel Castillo, director del Instituto, el enfoque fue holístico y práctico. “Se trata de entender cómo evaluar el estado de las estructuras, diagnosticar el deterioro y aplicar soluciones técnicas —como morteros especializados— que permitan rehabilitar sin demoler. Eso amplía el ciclo de vida útil y reduce el impacto ambiental”, sostuvo.
Aprendizaje técnico con enfoque práctico y regional
Uno de los aspectos más valorados por quienes participaron fue la dimensión práctica del curso. Con equipamiento accesible y metodologías aplicables en contextos de recursos limitados, los talleres abordaron la evaluación de estructuras existentes, el uso de residuos como materia prima en el hormigón, y el diseño de indicadores semicuantitativos para medir durabilidad.
“La idea es que lo que aquí se aprende se pueda replicar en las instituciones de origen”, detalló Castillo. Para ello, la actividad contó con docentes del Instituto Eduardo Torroja y de la Universidad de Buenos Aires, que abordaron temáticas clave como eficiencia energética, desarrollo de nuevos materiales y evaluación del ciclo de vida de las edificaciones.
Doce años construyendo redes
El Instituto Eduardo Torroja y la cooperación española llevan más de una década apostando por la formación técnica en construcción sostenible en Iberoamérica. Desde 2013, sus cursos han capacitado a cientos de profesionales del continente, muchos de los cuales hoy lideran procesos de cambio en sus países. Según Castillo, uno de los frutos más importantes es la creación de redes vivas de intercambio técnico y profesional.
“No solo se forma gente. Se crean redes reales, muchas veces afectivas, de especialistas que se consultan, colaboran y se apoyan entre países. Hay grupos donde ante una duda sobre un tipo de estructura o condición climática, alguien de otro país puede ofrecer soluciones o experiencias comparables. Eso es lo que más valoramos”, subrayó el director del Instituto.
Construcción sostenible: un imperativo global
El curso partió de una premisa clara: ya no se puede construir de cualquier manera. El agotamiento de los recursos naturales, la urgencia de reducir emisiones y la necesidad de construir con inclusión obligan a repensar el paradigma tradicional. “Los materiales naturales son finitos. Debemos desarrollar soluciones más duraderas, más eficientes energéticamente y más accesibles”, sostuvo Castillo.
La sostenibilidad también fue abordada desde su dimensión social. Uno de los ejes centrales fue la rehabilitación energética de edificios, especialmente en contextos de la denominada pobreza energética, donde muchas personas no acceden a condiciones térmicas adecuadas por falta de recursos. “La eficiencia energética es también una forma de justicia social. Si logramos soluciones más eficientes, disminuimos desigualdades”, señaló.
Conocimiento que se aplica
Entre los objetivos del programa se destacan la transferencia tecnológica y la apropiación institucional. Las y los participantes no solo reciben capacitación, sino que desarrollan proyectos prácticos vinculados a sus realidades locales. “Queremos que esto no quede en el aula, sino que se traduzca en mejoras en procesos, normativas o políticas públicas en sus países”, explicó Castillo.
La actividad también dejó como resultado una serie de desarrollos prácticos grupales, elaborados por el alumnado, en los que se propusieron metodologías de medición accesibles y replicables, sin depender de equipamiento costoso. Estos productos de conocimiento serán difundidos para facilitar su aplicación en otras instituciones.
Cooperación con impacto real
La Oficina de Cooperación Española reafirma, con este tipo de actividades, su apuesta por una cooperación técnica que escucha, comparte saberes y construye desde la horizontalidad. El respaldo institucional de AECID, junto a la experiencia del Instituto Eduardo Torroja y el involucramiento de universidades locales, como la Facultad de Ingeniería uruguaya, refuerzan el valor de este modelo.
La propuesta combinó etapas en línea y una fase presencial, con participantes de diversos países de América Latina y el Caribe, seleccionados especialmente por su potencial de multiplicación y compromiso institucional. Las y los asistentes valoraron la calidad del equipo docente, la aplicabilidad de los contenidos y la posibilidad de intercambiar experiencias entre pares.
Construcción sostenible como agenda compartida
En un contexto global cada vez más desafiante, donde la sostenibilidad ambiental, la justicia social y la eficiencia energética se vuelven urgencias, espacios como este representan mucho más que una instancia técnica. Son apuestas concretas por un modelo de desarrollo que construya futuro, desde el conocimiento compartido y la cooperación internacional.
Como sintetizó Castillo: “Nuestro objetivo es que cada participante vuelva a su institución con nuevas herramientas, pero también con la convicción de que podemos cambiar las cosas. Y que no están solos: hay una red iberoamericana de profesionales comprometidos con una construcción más sostenible, más duradera y más humana”.